ARTES Y ESPECTACULOS
Córdoba, República Argentina. Martes 29 de junio de 1999.

GRUPO "EL TALLER DE LOS JUGLARES" Ver imagen
"Los niños son impredecibles"

"En Córdoba hace mucho frío", dispara "el rojo" (Bartolomé Díaz), mientras "el verde" (Ernesto Tato Ruiz) y "el amarillo" (Carlos Godoy) asienten. Es que el trío de El Taller de los Juglares, llegó a nuestra ciudad desde Caracas, Venezuela, donde "el promedio de temperatura es de 30 grados". Los músicos viajaron para participar del Cuarto Encuentro de la Canción Infantil Latinoamericana y del Caribe, que finalizó con gran éxito el último sábado y decidieron retrasar el regreso, para seguir ofreciendo su trabajo a los niños cordobeses. Hoy a las 16, los Juglares presentarán su excelente espectáculo en el Conservatorio Provincial Félix T. Garzón (Rivera Indarte 55).
Impresionados por el espíritu de entusiasmo que se respiraba en el encuentro, los venezolanos rescataron las cualidades del público local, al que percibieron como cultivado, ávido por escuchar y generoso. El entusiasmo los desbordaba, luego del concierto que ofrecieron en el Instituto de Niños Músicos, uno de los establecimientos que participó del festival. Con las voces de los niños como música de fondo, los integrantes de El Taller de los Juglares conversaron con LA VOZ DEL INTERIOR.
Además de El Taller..., el trío integra un conjunto de música antigua que los lleva a interactuar con el público adulto.
"Para ambas propuestas mantenemos una misma filosofía. La entrega, el control de calidad y a veces hasta el repertorio es el mismo. Hacer música para niños nos enseñó a hacer música para adultos y tratamos a los niños con el mismo refinamento con el que tratamos a los adultos. Ese ser pequeño debe recibir un producto de la mejor calidad y no debe ser menospreciado", aseguró Bartolomé Díaz.
El Taller de los Juglares nació en 1995 y lleva ese nombre porque "para nosotros es un espacio de experimentación", dijo Tato Ruiz. La efemérides hace referencia a una invitación de la Fundación Mozarteum de Venezuela, para que realizaran una obra para niños. "El primer concierto lo recordamos como uno de los momentos de mayor pánico de nuestra vida profesional. Cuando trabajas con adultos las situaciones se pueden predecir, pero con niños es diferente", recordó Carlos Godoy.
"Somos tres locos que subimos a un escenario con poquísimos elementos. Nuestros conciertos no tienen intención didáctica; pretenden enseñar sin ser una academia. No obligamos a los niños a hacer nada y tampoco les damos órdenes o sugerencias, todo ocurre por naturaleza. Si los niños cantan y bailan, es porque se contagian".
La intención de El Taller de los Juglares no se agota en el aspecto musical, sino que se completa con una destacada función social. "Lo único importante es que el niño, desde que va sensibilizándose a la audición, tome paulatinamente conciencia de que posee el tesoro comunitario más grande que pueda haber. A veces, cuando en política se habla de tratados de cooperación entre países, todo parece un trámite entre dos presidentes que firman un papel. Sin embargo, los niños latinoamericanos son la prueba fehaciente de que no todo es así: ellos hablan un idioma en común, que es la música infantil".
"Ellos son el sueño de todos los libertadores de América, que buscaban una conciencia común y justamente el niño es poseedor de esa herramienta que abre todas las puertas, en cada país de Latinoamérica. Nuestra intención es contribuir y estaremos muy conformes si logramos influir en esa generacióntan importante que será protagonista del próximo siglo en un continente que lleva 200 años esperando un desarrollo integral", aseguró esperanzado Díaz.
Consciente de las dificultades que presenta una meta tan ambiciosa, "el rojo" se apresura a explicar el "cómo": "para llegar hasta allí, hay que ofrecer un trabajo de altísima calidad artística que los niños puedan entender, que no tengan que intelectualizar y que deje una huella lo suficientemente impactante para competir con el Nintendo, Direct TV y la computadora".
Los juglares no piensan en confrontar con la tecnología. "No descartamos esos elementos porque los niños deben manejarlos. Sin embargo, ellos no tienen por qué pensar que el pasado es acartonado y el futuro maravilloso; el futuro es incierto y el pasado, la mejor herramienta que tenemos para enfrentarlo".

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